jueves, julio 30, 2009

Agresión y Violencia

Agresión y Violencia

AGRESIÓN
La conducta agresiva humana es cualquier forma de acción violenta contra los otros, que pueden tratar de eludirla o repelerla. La agresión implica el deseo de herir o dañar de algún modo al otro, como consecuencia de los acontecimientos previos o posteriores al acto agresivo. Comparada con la agresión animal, que es instintiva, y podría responder al instinto de supervivencia, la agresión humana parece una conducta aprendida, difícil de explicar en función del beneficio de la especie.
La agresión y la violencia son frecuentes en muchas situaciones clínicas, desde la intoxicación etílica o de otras sustancias, hasta los trastornos cognoscitivos, el maltrato infantil o la acción antisocial crónica. La violencia es el resultado de la ruptura del equilibrio entre los impulsos y el control interno (figura 4.4-1).
Los individuos pueden tener fantasías o ideas violentas pero, si no pierden el control, los pensamientos no se convierten en actos. Cualquier conjunto de circunstancias que incrementan los impulsos agresivos en un contexto de capacidad de control escasa, puede provocar actos violentos. Entre las situaciones en las que actúan elementos combinados están los estados tóxicos y orgánicos, las discapacidades del desarrollo, la psicosis florida, los trastornos de conducta y el estrés psicológico o ambiental insoportable.
Las causas

Sociales, FRUSTRACIÓN. El factor individual más potente que incita al ser humano a la agresión es la frustración. La aceptación generalizada de esta opinión se basa en la hipótesis de la frustración -agresión de John Dollar. En su formulación original, la hipótesis planteaba que la frustración conduce siempre a la agresión y que la agresión es siempre producto de la frustración.
Las personas frustradas, sin embargo, no siempre responden con pensamientos, palabras o actos agresivos. Pueden mostrar un amplio abanico de reacciones, que van desde la resignación, la depresión o la desesperación hasta los intentos de superar las causas de su frustración. Los individuos (por ejemplo, los boxeadores o los jugadores de fútbol) actúan agresivamente por muchos motivos y como respuesta a estímulos variados.
Un examen de la evidencia indica que la frustración incrementa o disminuye la aparición de una conducta abiertamente agresiva, dependiendo en gran medida de dos factores: En primer lugar, la frustración parece incrementar la agresividad sólo cuando es inmensa; si es débil o moderada, puede no provocar agresividad. En segundo lugar, la frustración parece facilitar la agresión cuando se percibe como algo arbitrario o ilegítimo, no cuando se interpreta como algo merecido y legítimo.
LA PROVOCACIÓN DIRECTA. Se ha comprobado que la agresión física o verbal del otro suele provocar la conducta violenta. Una vez que la agresión ha comenzado, suele presentar un patrón de escalada no establecido; en consecuencia, incluso una provocación verbal discreta o una mirada intencionada puede iniciar un proceso de intercambio de provocaciones cada vez más intensas.
AGRESIÓN. Se ha observado una relación entre la agresividad y la violencia televisiva. Cuanta más violencia ven los niños en la televisión, mayor es su nivel de agresividad hacia tus demás. La intensidad de esta relación parece incrementarse con el tiempo, poniendo de manifiesto el efecto acumulativo de la violencia en los medios de comunicación. En la tabla 4.4-5 se resumen los procesos que influyen en el efecto de la violencia en la pantalla sobre la conduela del espectador.


Ambiental. POLUCIÓN DEL AIRE. La exposición a olores desagradables (como los producidos por una planta química o por la industria) puede incrementar la irritabilidad personal y. en consecuencia, la agresividad; aunque este factor parece ser cierto sólo hasta cierto punto. Si los olores en cuestión son verdaderamente nauseabundos, la agresión parece disminuir, quizá porque el objetivo fundamental de la persona que lo sufre es conseguir alejarse de ese entorno desagradable.
RUIDO. Algunos estudios han demostrado que las personas expuestas a un ruido violento e irritante muestran una mayor tendencia a la agresión que las personas que no sufren este tipo de estrés ambiental.

HACINAMIENTO. Algunos estudios indican que el hacinamiento puede producir altos niveles de agresividad, pero otros investigadores no han conseguido demostrar esta relación.
El hacinamiento puede incrementar el nivel de agresividad cuando produce reacciones típicas negativas (por ejemplo, enfado, irritación y frustración).
Situaciones.

SOBREEXCITACIÓN FISIOLÓGICA. Algunos investigadores sostienen que la sobreexcitación fisiológica de origen diverso (actividades competitivas, ejercicio vigoroso, películas provocadoras) pueden favorecer actos abiertamente agresivos.

EXCITACIÓN SEXUAL. Recientes investigaciones indican que los efectos de la excitación sexual sobre la agresividad dependen en gran medida de los materiales que han inducido esa reacción y de la propia naturaleza de la misma. Cuando el material erótico utilizado es suave (fotografías de desnudos atractivos), se reduce la agresividad. Si son más explícitas (como las películas pornográficas en las que aparecen parejas que participan en distintos actos sexuales), se incrementa la agresividad.

DOLOR. El dolor físico puede provocar los impulsos agresivos (el deseo de herir o dañar al otro). Este impulso, a su vez, puede expresarse contra cualquier objetivo, incluidos aquellos que no tienen nada que ver con el malestar del agresor. Esta hipótesis podría explicar por qué los individuos expuestos a un acto agresivo actúan agresivamente contra los otros.

Hormonas, drogas y otras sustancias. En los animales, la agresividad se ha asociado con la testosterona, la progesterona, la hormona luteinizante, la renina, la B-endorfina, la prolactina, la melatonina, la noradrenalina, la dopamina, la adrenalina, la acetilcolina, la serotonina, el ácido 5-hidroxindolacético-(5-HIAA) y el ácido fenilacético, entre otras sustancias.

Algunos estudios relacionan el nivel de agresividad con los niveles de andrógenos. Estos estudios destacan el síndrome de insensibilidad a los andrógenos (en el que se produce una unión defectuosa entre andrógenos y proteínas que provoca el nacimiento de varones con apariencia femenina y una menor propensión hacia el juego violento) y el síndrome adrenogenital (en el que el córtex adrenal de la madre expone al feto a una elevada cantidad de andrógenos adrenales que producen una masculinización que se manifiesta, en parte, por la mayor tendencia al juego violento en niñas masculinizadas).





En lo relativo al consumo de drogas y otras sustancias, pueden hacerse las siguientes consideraciones generales: las dosis pequeñas de alcohol inhiben la agresividad y las dosis elevadas la incrementan; los efectos de los barbíturícos son similares a los del alcohol; el efecto de los aerosoles y los disolventes comerciales también tienen unos efectos similares a los del alcohol; los ansiolíticos suelen inhibir la agresividad, aunque a veces se produce una agresividad paradójica; la dependencia de los opiáceos (sin intoxicación) se asocia a una mayor agresividad, lo mismo que el uso de estimulantes, cocaína, alucinógenos y, en ciertos casos, distintas dosis de marihuana.
Neurotransmisores. En general, los mecanismos catecolaminérgicos y colinérgicos parecen estar relacionados con la inducción y el incremento de la agresividad predatoria, mientras que los sistemas serotonérgicos y el ácido-V- aminobutírico (GABA) parecen inhibir esa conducta.
Los sistemas catecoiaminérgico y serotonérgíco modulan de manera evidente la agresividad afectiva. La dopamina parece facilitar la agresividad, mientras que la norepinefrina y la serotonina parecen inhibirla. Recientemente, la serotonina ha recibido atención de nuevo como un factor indicador potencial mente importante en la agresión. La bajada rápida de los niveles o la función serotonínica se asocia al incremento de la irritabilidad y, en primates no humanos, al incremento de la agresividad. Algunos estudios en seres humanos han revelado que los niveles de HIAA-5 en el líquido cefalorraquídeo se correlacionan inversamente con la frecuencia de la agresividad, en especial en los suicidas.
Determinantes genéticos. ESTUDIOS GEMELARES.
Las investigaciones realizadas con gemelos monocigóticos indican que existe un componente hereditario en la conducta agresiva. La mayoría de estos estudios, además, se han centrado en poblaciones no psiquiátricas, en las que los índices de concordancia en los gemelos monocigóticos superan los índices de los gemelos dicigóticos.
ESTUDIOS DE ANTECEDENTES FAMILIARES. Se ha demostrado en varios estudios que los individuos con antecedentes familiares de trastorno mental son más propensos a sufrir trastornos mentales y a desarrollar conductas agresivas que los que no la tienen. Los individuos con menor cociente de inteligencia (CI) parecen presentar una mayor frecuencia de delincuencia y agresiones que los que tienen CI normales. Las correlaciones observadas entre la conducta agresiva y otras conductas atípicas indican que la predisposición genética a la conducta atí-pica (incluida la conducta asociada con un trastorno mental) se asocia con funciones fisiológicas atípicas, una de cuyas consecuencias es la mayor probabilidad de agresión.

INFLUENCIAS CROMOSÓMICAS. Las investigaciones respecto a la influencia de los cromosomas sobre la conducta se han centrado básicamente en las anormalidades en los cromosomas X e Y, sobre todo en el síndrome del cromosoma XYY-47. Los primeros estudios indicaban que los individuos con este síndrome se caracterizan por tener altura elevada, inteligencia inferior a la normal y alta probabilidad de acabar en prisión por implicarse en conductas criminales. Sin embargo, los estudios posteriores indicaron que, como mucho, el síndrome XYY contribuye a la conducta agresiva en un pequeño porcentaje de casos. Los estudios sobre las características andrógenas y gonadotropínicas de las personas con síndrome XYY no han llegado a conclusiones definitivas y no han podido establecer que se trate de individuos bioquímicamente atípicos.

Algunos trastornos innatos del metabolismo de origen genético, que afectan difusamente al sistema nervioso, parecen asociarse a personalidades agresivas. Como ejemplos pueden citarse el síndrome de Sanfilippo (incremento de los depósitos de mucopolisacándos), el síndrome de Vogt (un trastorno neuronal difuso caracterizado por un nivel excesivo de glangliósidos) y la fenilcetonuria.





















Tabla 4.4.-4
Perspectivas teóricas sobre la agresión
Teoría Origen supuesto de la agresividad Posibilidad de prevenir o controlar la agresividad
Teoría del instinto Tendencia innata o instinto Baja: Los impulsos agresivos se producen constantemente y son
imposibles de evitar
Teoría del impulso Impulso agresivo desencadenado Baja: Las fuentes externas que provocan el impulso agresivo (por
externamente ejemplo, la frustración) son habituales e imposibles de eliminar
Teoría del aprendizaje Condiciones sociales y ambientales, más De moderada a alta: los cambios adecuados sobre las condiciones social aprendizaje social anterior sociales y ambientales o el reforzamiento de las contingencias
pueden reducir o prevenir los actos agresivos directos


Tabla 33.2-2
Valoración y predicción de la conducta violenta
Signos de violencia inminente
Actos recientes de violencia, incluida la violencia contra propiedades
Amenazas verbales o físicas
Llevar armas u objetos que pueden ser usados como tales (por ejemplo, tenedores o ceniceros)
Agitación psicomotriz progresiva
Intoxicación por alcohol u otras sustancias
Manifestaciones paranoides en pacientes psicóticos
Alucinaciones auditivas que conminan a la violencia, algunos pero no todos, los pacientes tienen un riesgo alto
Enfermedades cerebrales, con lesiones globales o frontales, menos comúnmente con alteraciones del lóbulo temporal (controvertido)
Excitación catatónica
Ciertos episodios maníacos
Ciertos episodios depresivos agitados
Trastornos de personalidad (rabia, violencia o discontrol de impulsos)

Valoración del riesgo de violencia
Considerar la ideación violenta, deseo, intención, plan, disponibilidad de medios, desarrollo de plan, deseo de ayuda.
Considerar variables sociodemográficas —sexo (varón), edad (15-24), nivel socioeconómico (bajo), soporte social (escaso)
Considerar la historia del paciente: violencia, actos antisociales no violentos, descontrol de impulsos (por ejemplo, juego patológico, abuso de sustancias, suicidio o autoagresiones, psicosis)

Considerar factores de estrés explícitos (por ejemplo, conflicto marital, pérdida real o simbólica).

viernes, julio 10, 2009

Desarrollo Psicosocial de la Personalidad

Etapas del Desarrollo Psicosocial, según Erick H. Erickson

Cuadro del Ciclo Epigenético

Estadio (edad)

Crisis psico-
social

Relaciones significati-
vas

Modalidades psicosociales

Virtudes psico-
sociales

Maladapta-
ciones y
Malignida-
des

I (0-1) infante

Confianza vs.
desconfianza

Madre

Coger y dar en respuesta

Esperanza,

Distorsión sensorial y
Desvaneci-
miento

II (2-3)
bebé

Autonomía
vs. vergüenza y duda

Padres

Mantener y dejar ir

Voluntad,
determinación

Impulsividad y
Compulsión

III (3-6)
prescolar

Iniciativa vs.
culpa

Familia

Ir más allá jugar

Propósito,
coraje

Crueldad y
Inhibición

IV (7-12)
escolar

Laboriosidad
vs. inferioridad

Vecindario y
escuela

Completar
Hacer cosas juntos

Competencia

Virtuosidad
Unilateral y
Inercia


V (12-18 o más)
adolescencia

Identidad yoica
vs. confusión de roles

Grupos,
Modelos de roles

Ser uno mismo.
Compartir ser uno mismo

Fidelidad,
lealtad

Fanatismo y
Repudio

VI (los 20’s)
adulto jóven

Intimidad vs.
aislamiento

Colegas,
amigos

Perderse y hallarse a uno mismo en otro

Amor

Promiscuidad y
Exclusividad

VII (20’s tardíos a 50’s) adulto medio

Generabilidad
vs. autoabsorción

Hogar,
Compañeros de trabajo

Lograr ser
Cuidar de

Cuidado

Sobrextensión y Rechazo

VIII (50’…) adulto viejo

Integridad vs.
desesperación

Los humanos o los "míos"

Ser, a través de haber sido. Enfrentar el no ser

Sabiduría

Presunción y
Desesperanza

1. Confianza Básica frente a desconfianza.

Desde el nacimiento hasta la edad de un año, los niños comienzan a desarrollar la capacidad de confiar en los demás basándose en la consistencia de sus cuidadores (generalmente las madres y padres). Si la confianza se desarrolla con éxito, el niño/a gana confianza y seguridad en el mundo a su alrededor y es capaz de sentirse seguro incluso cuando está amenazado. No completar con éxito esta etapa puede dar lugar a una incapacidad para confiar, y por lo tanto, una sensación de miedo por la inconsistencia del mundo. Puede dar lugar a ansiedad, a inseguridades, y a una sensación excesiva de desconfianza en el mundo.

2. Autonomía frente vergüenza y duda.

Entre el primer y el tercer año, los niños comienzan a afirmar su independencia, caminando lejos de su madre, escogiendo con qué juguete jugar, y haciendo elecciones sobre lo que quiere usar para vestir, lo que desea comer, etc. Si se anima y apoya la independencia creciente de los niños en esta etapa, se vuelven más confiados y seguros respecto a su propia capacidad de sobrevivir en el mundo. Si los critican, controlan excesivamente, o no se les da la oportunidad de afirmarse, comienzan a sentirse inadecuados en su capacidad de sobrevivir, y pueden entonces volverse excesivamente dependiente de los demás, carecer de autoestima, y tener una sensación de vergüenza o dudas acerca de sus propias capacidades.

3. Iniciativa frente a culpa.

Alrededor de los tres años y hasta los siete, los niños se imponen o hacen valer con más frecuencia. Comienzan a planear actividades, inventan juegos, e inician actividades con otras personas. Si se les da la oportunidad, los niños desarrollan una sensación de iniciativa, y se sienten seguros de su capacidad para dirigir a otras personas y tomar decisiones. Inversamente, si esta tendencia se ve frustrada con la crítica o el control, los niños desarrollan un sentido de culpabilidad. Pueden sentirse como un fastidio para los demás y por lo tanto, seguirán siendo seguidores, con falta de iniciativa.

4. Industriosidad frente a inferioridad.

Desde los seis años hasta la pubertad, los niños comienzan a desarrollar una sensación de orgullo en sus logros. Inician proyectos, los siguen hasta terminarlos, y se sienten bien por lo que han alcanzado. Durante este tiempo, los profesores desempeñan un papel creciente en el desarrollo del niño.

Si se anima y refuerza a los niños por su iniciativa, comienzan a sentirse trabajadores y tener confianza en su capacidad para alcanzar metas. Si esta iniciativa no se anima y es restringida por los padres o profesores, el niño comienza a sentirse inferior, dudando de sus propias capacidades y, por lo tanto, puede no alcanzar todo su potencial.

5. Identidad frente a confusión de papeles.

Durante la adolescencia, la transición de la niñez a la edad adulta es sumamente importante. Los niños se están volviendo más independientes, y comienzan a mirar el futuro en términos de carrera, relaciones, familias, vivienda, etc. Durante este período, exploran las posibilidades y comienzan a formar su propia identidad basándose en el resultado de sus exploraciones. Este sentido de quiénes son puede verse obstaculizado, lo que da lugar a una sensación de confusión sobre sí mismos y su papel en el mundo.

6. Intimidad frente a aislamiento.

En la adultez temprana, aproximadamente desde los 20 a los 25 años, las personas comenzamos a relacionarnos más íntimamente con los demás. Exploramos las relaciones que conducen hacia compromisos más largos con alguien que no es un miembro de la familia. Completar con acierto esta etapa puede conducir a relaciones satisfactorias y aportar una sensación de compromiso, seguridad, y preocupación por el otro dentro de una relación. Erikson atribuye dos virtudes importantes a la persona que se ha enfrentado con éxito al problema de la intimidad: afiliación (formación de amistades) y amor (interés profundo en otra persona). Evitar la intimidad, temiendo el compromiso y las relaciones, puede conducir al aislamiento, a la soledad, y a veces a la depresión.

7. Generatividad frente a estancamiento.

Durante la edad adulta media, en una etapa que dura desde los 25 hasta los 60 años aproximadamente, establecemos nuestras carreras, establecemos una relación, comenzamos nuestras propias familias y desarrollamos una sensación de ser parte de algo más amplio. Aportamos algo a la sociedad al criar a nuestros hijos, ser productivos en el trabajo, y participar en las actividades y organización de la comunidad. Si no alcanzamos estos objetivos, nos quedamos estancados y con la sensación de no ser productivos.

No alcanzar satisfactoriamente la etapa de generatividad da lugar a un empobrecimiento personal. El individuo puede sentir que la vida es monótona y vacía, que simplemente transcurre el tiempo y envejece sin cumplir sus expectativas. Son personas que han fracasado en las habilidades personales para hacer de la vida un flujo siempre creativo de experiencia y se sienten apáticos y cansados.

Las personas generativas encuentran significado en el empleo de sus conocimientos y habilidades para su propio bien y el de los demás; por lo general, les gusta su trabajo y lo hacen bien.

8. Integridad del yo frente a desesperación.

Mientras envejecemos y nos jubilamos, tendemos a disminuir nuestra productividad, y exploramos la vida como personas jubiladas. Durante este periodo contemplamos nuestros logros y podemos desarrollar integridad si consideramos que hemos llevado una vida acertada.

Si vemos nuestras vidas como improductivas, nos sentimos culpables por nuestras acciones pasadas, o consideramos que no logramos nuestras metas en la vida, nos sentimos descontentos con la vida, apareciendo la desesperación, que a menudo da lugar a depresión.

jueves, julio 09, 2009

Desarrollo Psicosexual

PSIQUIATRÍA FORENSE
8VO. SEMESTRE
LICENCIATURA CRIMINOLOGÍA
El Desarrollo Psicosexual
De la Personalidad
Lic. Manuel Treviño Wong
La etapa oral
Se establece desde el nacimiento
hasta alrededor de los 18 meses.
El foco del placer es, por supuesto,
la boca.
Las actividades favoritas del infante
son chupar y morder.
La etapa anal
Se encuentra entre los 18 meses hasta los tres o cuatro años de edad.

El foco del placer es el ano.

El goce surge de retener y expulsar.
La etapa fálica
Va desde los tres o cuatro años hasta los cinco, seis o siete.

El foco del placer se centra en los genitales.

La masturbación a estas edades es bastante común.
La etapa de latencia
Dura desde los cinco, seis o siete años de edad hasta la pubertad, más o menos a los 12 años.
Durante este período, Freud supuso que la pulsión sexual se suprimía al servicio del aprendizaje.
Aunque la mayoría de los niños de estas edades están bastante ocupados con sus tareas escolares, y por tanto “sexualmente calmados”, cerca de un cuarto de ellos están muy metidos en la masturbación y en jugar “a los médicos”.
En los tiempos represivos de la sociedad de Freud, los niños eran más tranquilos en este período del desarrollo, desde luego, que los actuales.
La etapa genital
Empieza en la pubertad y representa el resurgimiento de la pulsión sexual en la adolescencia, dirigida más específicamente hacia las relaciones sexuales.
Freud establecía que tanto la masturbación, el sexo oral, la homosexualidad como muchas otras manifestaciones comportamentales eran inmaduras, cuestiones que actualmente no lo son para nosotros.
Tareas en cada Etapa
Cada estadio comprende una serie de tareas difíciles propias de donde surgirán multitud de problemas.
Para la fase oral es el destete;
para la anal, el control de esfínteres;
para la fálica, es la crisis edípica, llamada así por la historia griega del rey Edipo, quien inadvertidamente mató a su padre y se casó con su madre.
La Fijación
Si una persona presenta algún tipo de dificultad en cualquiera de las tareas asociadas con estas etapas (el destete, el control de esfínteres o en la búsqueda de la identidad sexual) tenderá a retener ciertos hábitos infantiles o primitivos.
A esto se le llama fijación.
La fijación provoca que cada problema de una etapa específica se prolongue considerablemente en nuestro carácter o personalidad.
carácter oral-pasivo
Una personalidad de este tipo tiende a depender mucho de los demás.
Usualmente buscan “gratificaciones orales” tales como comer, beber y fumar.
Es como si estuviesen buscando los placeres que se perdieron en la infancia.
personalidad oral-agresiva.
Esta personas retienen de por vida un deseo de morder cosas, como lápices, chicles, así como personas.
Tienden a ser verbalmente agresivos, sarcásticos, irónicos y demás.
personalidad analexpulsiva (anal-agresiva).
Algunos padres se someten a merced del niño en el entrenamiento del control de esfínteres. Son muy condescendientes, se alegran considerablemente cuando lo hacen bien y se rompe su corazón cuando no lo hacen correctamente. El niño, mientras, es el rey de la casa, y él lo sabe.
personalidad analexpulsiva (anal-agresiva).
Estas personas tienden a ser sensibleros, desorganizados y generosos ante una falta.

Pueden ser crueles, destructivos y muy dados al vandalismo y los grafiti.
El personaje de Oscar Madison en la película “Un par de gruñones” (The Odd Couple) es un buen ejemplo.
Personalidad anal-retentiva.
Otros padres son estrictos.
Pueden estar compitiendo con los vecinos a ver cuál de los niños controla primero los esfínteres (muchas personas creen que si un niño lo hace muy pronto en su evolución, es un signo de gran inteligencia).
Pueden llegar a usar la humillación o el castigo.
Este niño puede perfectamente sufrir de estreñimiento, tratando de controlarse constantemente .
Personalidad anal-retentiva.
Será especialmente pulcro, perfeccionista y dictatorial.
En otras palabras el anal-retentivo está atado por todas partes.
El personaje de Félix Unger en la película mencionada es un ejemplo perfecto.
Personalidades fálicas
Si el niño, por ejemplo, es rechazado en demasía por su madre y además amenazado por su padre excesivamente varonil, tendrá posiblemente una sensación muy pobre de autovalía en cuanto a su sexualidad.
En este caso, intentaría lidiar con esto o bien declinando cualquier actividad heterosexual; convirtiéndose en un ratón de biblioteca
o llegando a ser el macho de todas las mujeres.
Personalidades fálicas
En el caso de una niña rechazada por su padre y amenazada por una madre excesivamente femenina, también producirá una autoestima muy baja en el área de la sexualidad.
Así, podría llegar a ser un jarrón de flores de adorno y una belleza exageradamente femenina.
Personalidades fálicas
Si un niño no es rechazado por su madre y más bien es sobreprotegido en sus debilidades por ella mucho más que su padre pasivo, podría desarrollar una opinión de sí mismo bastante grande (lo cual le remitirá mucho sufrimiento al enfrentarse al mundo real y darse cuenta de que los demás no le quieren como su madre lo hizo) y parecer afeminado.
Después de todo, no existe ninguna razón por la que tenga que identificarse con su padre.
Personalidades fálicas
De la misma manera, si una niña es la princesita de papá y su mejor colega y mamá ha sido relegada a una posición casi de sirvienta.

La chica será muy superficial y egocéntrica, o por el contrario muy masculina.
Comentario Final
Y, aunque cada problema tiende a desarrollar ciertas características, éstas últimas pueden ser fácilmente reversibles.
Así, por ejemplo, una persona anal-retentiva puede volverse excesivamente generosa o ser bastante desorganizada en algunos aspectos de su vida.